top of page

Escuela del Sur 

Joaquín Torres García

Nacido en la ciudad de Montevideo en 1874, de padre catalán y madre uruguaya, Joaquín Torres García crece en las afueras de la ciudad en un ambiente de gran libertad. Su formación escolar fue autodidacta y su vocación por el arte, espontánea e inédita en una familia de comerciantes y carpinteros.

 

Convencido de que su destino es ser pintor, el joven Torres convence a su padre para retornar a su país natal, y en 1891 toda la familia emigra a Barcelona. Al instalarse en el pueblo de sus ancestros, Joaquín se impresiona al descubrir la presencia de la antigua cultura mediterránea en la vida diaria. Cursa una breve formación artística académica, para luego retomar su camino autodidacta. Para ganarse la vida comienza a trabajar como ilustrador de revistas y libros. 

 

Desde sus primeros años Torres García rechaza la pintura que trata de imitar la realidad, y tiende a la pintura que construye una realidad en sí misma. Así, en la primera década del siglo realiza su “Arte Mediterráneo”, donde la antigüedad clásica cobra vida en clave moderna por su fuerte estructura y carácter plano y sintético. En esos años Torres se aboca al arte mural, decorando iglesias, casas particulares y edificios públicos. 

A partir de 1916, en un contexto de guerra mundial y conmociones sociales Torres García experimenta un cambio vital y artístico que se ha llamado “la crisis del 17”. La ciudad, la gente y el ritmo de las calles se tornan protagonistas de su obra y se relaciona con artistas de vanguardia como Rafael Barradas y Salvat Papasseit. En 1920 se muda con su esposa e hijos a Nueva York. En su obra de entonces aparecen la tipografía y elementos gráficos que resuenan al ritmo visual de la moderna metrópolis.

 

 

Cuando en 1926 Torres García se instala en París, se integra plenamente a las vanguardias y crea el grupo “Cercle et Carré”. En sus obras constructivas estructura el espacio plástico en líneas ortogonales trazadas en base a la sección áurea, desplegando en él signos de resonancia universal. Se trata pues de encontrar un equilibrio entre la razón y la intuición.

 

 En 1934 vuelve a Montevideo para radicarse allí definitivamente con la intención de generar un movimiento artístico apoyado en las ideas del Universalismo Constructivo, que trasciende los límites de la teoría estética para constituirse en un modo de entender el arte y la vida. Dicta numerosas conferencias, edita revistas y libros, realiza audiciones radiales. En 1935 crea la Asociación de Arte Constructivo y en 1942 se consolida el Taller Torres García. Cuando fallece en 1949, Torres García es guía y mentor de una pléyade de jóvenes pintores.

bottom of page